¡Bienvenido a Francia! Patria del buen vino, los quesos fuertes (y bien olientes), las baguettes… y el exceso de turismo. Si alguna vez has hecho cola durante tres horas para subir al Mont-Saint-Michel, o te has abierto paso a codazos por las estrechas calles de Saint-Tropez en verano, sabrás a qué nos referimos.
El exceso de turismo en Francia se ha convertido en una realidad muy visible. Pero, ¿por qué ocurre? ¿Cuáles son sus consecuencias? Y, sobre todo, ¿qué se puede hacer al respecto sin ahuyentar a nuestros queridos turistas? Te lo contamos todo, con una sonrisa.
🧐 ¿Qué es el sobreturismo?

Por sobreturismo se entiende una afluencia turística tan grande que supera la capacidad de un lugar, hasta el punto de dañar el medio ambiente, la población local… e incluso la experiencia del visitante.
Números que hacen girar la cabeza
Antes de la pandemia, Francia recibía unos 90 millones de turistas al año, un récord mundial. París, la Costa Azul, el Monte Saint-Michel, los castillos del Loira… atraen a enormes multitudes, a veces hasta la asfixia. Y con el resurgimiento del turismo postcovita, algunos lugares vuelven a pedir ayuda a gritos.
🔍 Las causas del exceso de turismo en Francia

1. El éxito de Francia (sí, en parte es culpa nuestra)
Francia es bella, diversa, culturalmente rica… en resumen, irresistible. Entre el glamour de París, la dolce vita de la Provenza y los Alpes nevados, es fácil ver por qué todo el mundo quiere venir.
2. Redes sociales
Instagram y TikTok han convertido lugares encantadores en estrellas mundiales. El resultado: todo el mundo quiere la foto perfecta frente a los acantilados de Étretat o la calle Crémieux de París, que se ha transformado en un estudio de rodaje a su pesar.
3. Viajes baratos
Vuelos de bajo coste, Airbnb, alquileres privados… Viajar nunca ha sido tan fácil ni tan asequible. Como resultado, hasta los rincones más remotos de Francia se están poniendo de moda y se están haciendo populares.
4. Concentración geográfica
El 80% de los turistas se concentran en el 20% del país. Es matemático: cuanta más gente va al mismo sitio, más se atascan las cosas. París, Niza, Estrasburgo… están asediadas, mientras que otras pepitas de oro permanecen tranquilas (y es una pena).
😬 Consecuencias del turismo excesivo

1. Presión sobre el medio ambiente
Playas masificadas, mucha basura, erosión del suelo… Demasiados visitantes = gran impacto ecológico. Incluso las calanques de Cassis empiezan a gritar «¡alto ahí!
2. Alteración de la vida local
Aumento de los alquileres, tiendas que se adaptan a los turistas a expensas de los habitantes, sistemas de transporte saturados: en algunas zonas de París y Annecy, los habitantes huyen de la temporada turística como de la peste.
3. Patrimonio en peligro
Monumentos frágiles, senderos naturales pisoteados, pueblos históricos degradados… A fuerza de selfies y pisoteos, nuestro patrimonio se está agotando.
4. Experiencia turística degradada
Irónicamente, cuantos más turistas hay, menos agradable es la experiencia. Demasiada gente, demasiada espera, demasiado ruido… y la magia desaparece.
💡 Cómo reducir el exceso de turismo en Francia (sin molestar a los turistas)

Afortunadamente, hay soluciones. Y no, no estamos hablando de construir un segundo Mont-Saint-Michel de plástico.
1. Desestacionalizar el turismo
¿Por qué venir en julio y agosto? En mayo o septiembre hace buen tiempo, los precios son más bajos y la gente está más relajada. Promover la temporada baja es bueno para todos.
2. Descentralización de los flujos
Francia está llena de bellos lugares fuera de los caminos trillados. En lugar de Saint-Tropez, ¿por qué no visitar Collioure? En lugar del Monte Saint-Michel, piensa en la Abadía de Sénanque. Menos gente, la misma sensación de asombro.
3. Fomentar el turismo responsable
Optar por un alojamiento con etiqueta ecológica, favorecer los transportes suaves, respetar el medio ambiente… Cada gesto cuenta. Un buen turista es un turista consciente.
4. Regular el acceso a determinados sitios
Algunas ciudades y regiones ya están experimentando con la reserva obligatoria, las cuotas o los peajes turísticos. Venecia lo ha hecho, Córcega está pensando en ello, y Francia está siguiendo lentamente su ejemplo.
5. Implicar a los residentes locales
El turismo no debe trabajar contra la población local, sino con ella. Implicándoles en las decisiones y fomentando la economía local, podemos crear una relación en la que todos salgan ganando.
🏁 En conclusión: por un turismo más suave y sostenible
El exceso de turismo no es inevitable. Es una llamada a una mejor distribución, una mejor planificación y más respeto. Francia tiene mucho que ofrecer, más allá de los tópicos de las postales. Así que sí, París seguirá siendo París. Pero, ¿y si miráramos un poco más allá? ¿Y si saliéramos de las colas y probáramos mejor la verdadera Francia?
A todos los amantes de Francia: cuidemos nuestro patrimonio, nuestros pueblos, nuestras playas… y ofrezcamos a las generaciones futuras el lujo de un turismo sereno, auténtico y respetuoso.